lunes, 8 de febrero de 2016

El futuro, el bienestar y las pensiones que previsiblemente no tendremos

En poco más de treinta años las pensiones habrán caído un 30% lo que significa que la pensión mínima actual de 634 euros por 14 pagas quedaría en el ecuador del siglo en 445,2 euros.

Fotografía de Google Images Página: www.bolsamania.com
Todas las previsiones y proyecciones económicas, financieras realizadas a largo plazo están sujetas a un elevado grado de incertidumbre, puesto que hay un sinfín de variables, tanto políticas, económicas y demográficas que pueden hacer modificar las mismas, pero por ahora ninguna de ellas augura una mejoría sintomática en el más que previsible y tantas veces vaticinado derrumbe del sistema de pensiones.

En España, existen actualmente, debidamente reguladas en los planos normativo, fiscal y financiero, dos grandes esferas de pensiones con varios sistemas o modalidades en su seno: las pensiones públicas y las pensiones privadas. Los esquemas más claramente identificables son cinco, tres en la esfera pública (pensiones contributivas de la Seguridad Social, pensiones contributivas de Clases Pasivas y pensiones No Contributivas) y los dos restantes en la esfera privada (Planes y Fondos de Pensiones y Planes de Previsión Asegurados).

Para disponer tras la jubilación del mismo nivel de renta real que cuando se está trabajando (un 60% de los ingresos de activo, según la OCDE) hay que contabilizar tanto la pensión que recibe de la Seguridad Social como aquella que haya ahorrado de forma particular. En el caso de España, la Seguridad Social solo proporciona el nivel del 60% citado para mantener el nivel de vida a los cotizantes que en media hayan tenido rentas iguales o inferiores a los 22.000 euros. Quienes ganen por encima de esa cantidad tendrán que generar fuentes alternativas y complementarias de ingresos para utilizarlas en el retiro.

El sistema de Seguridad Social de reparto español, como la mayoría de los modelos europeos, tiene límites a la aportación y límites a la prestación, y es por ello que la inmensa mayoría de los niveles de renta, aunque cuantitativamente sean menos numerosos, no ven cubiertas las expectativas de renta en el retiro y tienen necesidad de complementarla. Y tienen necesidad de hacerlo porque el ahorro que generan cotizando al sistema público es decreciente e inversamente proporcional al nivel de la renta de los cotizantes. Si la base máxima de cotización (43.272 euros en 2015) a un tipo universal del 28,3% (el resto de aportaciones son para contingencias especiales, no para la pensión) genera una aportación de 12.246 euros (entre la cotización empresarial y la cotización laboral), los ahorros efectivos de cada nivel de renta son muy diferentes, y oscilan entre el 22,9% para quienes ganan hasta 40.000 euros anuales, hasta el 11,1% para quienes están en la barrera de los 100.000 euros al año.

Fotografía de Google Images Página: www.rankia.com

Por tanto, la Seguridad Social, que ha sido en Europa siempre un signo de identidad y de compromiso entre generaciones y niveles de renta, debe seguir perfeccionándose para ser garantía de estabilidad económica y social. Lo que supuestamente resta en competitividad por el fuerte componente impositivo que tiene su financiación, lo devuelve holgadamente en estabilidad y protección de las generaciones de más edad. Por ello, España debe mantener vivo su sistema de protección, corrigiéndolo de forma continua. Ese es el segundo problema que tiene el país y que hay que afrontar, necesariamente, solucionando buena parte del primero, que es la falta de empleo. Y ambos deben hacerse con el mayor grado de consenso nacional.

Mantener el sistema de pensiones ya no pasa solo por ser un derecho de todos los trabajadores que han cotizado durante su vida laboral, pasa y de forma activa y necesaria por ser la garantía de la estabilidad político, social y económica de los estados europeos y de sus generaciones pasadas, presentes y futuras. Las fórmulas necesarias tendrán que trabajarlas los diferentes gobiernos, actores sociales, empresas y trabajadores conjuntamente porque la caída demográfica europea es un hecho. Sin más población no hay más servicios y sin estos no hay más ingresos.


Hay que admitir que será muy complicado seguir ofreciendo retornos como los actuales a futuro con un perfil demográfico tan agresivo como el español y del resto de países europeos, con un envejecimiento acelerado desde 2025 hasta 2050 y que solo puede ser neutralizado con nuevos flujos migratorios, y con una nueva política natal decidida, como la practicada en otros países que tuvieron antes este mismo problema.


Jordi Carreño Crispín para Barcala&Partners.

Fuentes consultadas y extractos de artículos de:

Cinco días (Diario económico):


Instituto BBVA de pensiones: Informe del futuro de las pensiones en España y Portugal:

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